Se supone que las vacaciones de verano son para
relajarse, desconectar de las rutinas que nos atrapan todo el año, reponer
fuerzas y disfrutar de la tranquilidad. Pero no siempre es así. Con la llegada
del verano y el horario de jornada intensiva del trabajo se pasa más tiempo en
casa, sea con la pareja o con los hijos, y lo que en principio puede ser algo
positivo y satisfactorio puede llegar a convertirse en una verdadera pesadilla
a costa del estrés. Las vacaciones de los niños son largas y éstos exigen mayor
atención y dedicación. Y el mayor tiempo de convivencia con la pareja puede
agudizar problemas que durante el invierno están aletargados.
El estrés es una reacción propia del organismo con la
que éste trata de adaptarse a nuevas situaciones ambientales. Físicamente se
manifiesta aumentando la velocidad de movimientos, tensando los músculos y
movilizando la sangre con mayor rapidez. Pero también tiene un impacto
significativo en la respuesta cognitiva, la conducta y el sueño. Un poco de
estrés es normal e incluso sano. Pero si no se controla y alcanza niveles
excesivos es negativo. Y en verano es fácil que esto ocurra, ya que, además, el
calor puede potenciar las situaciones de estrés, aunque no provocarlo.
Para evitarlo, los expertos sugieren seguir una serie
de recomendaciones:
·
cuidado con el calor: puede
provocar alteraciones del carácter, problemas para conciliar el sueño,
cansancio, angustia y otros síntomas. Y todo ello agudizar el estrés provocado
por situaciones preexistentes.
·
organizar las actividades de
los niños: sus vacaciones son más largas que las de los
padres y tienen una mayor demanda sobre ellos. Por supuesto que hay que pasar
tiempo con ellos, pero también deben tener sus propias actividades. Mientras
llegan las vacaciones de los padres, los campamentos, el deporte o los juegos
con los amigos pueden ayudar a resolver la situación. Y las vacaciones
familiares también habrá que planificarlas pensando en ello, especialmente para
que los padres tengan momentos de tranquilidad y libertad para poder hacer
cosas sin niños.
·
gestionar el tiempo: con
el horario laboral de verano puede aumentar el estrés en el trabajo y luego
éste se lleva a casa. Es importante planificar bien el trabajo y muy
recomendable realizar por la tarde actividades que ayuden a eliminar el estrés
(ejercicio físico, salidas con los amigos, etc.).
·
dormir bien y el tiempo
necesario: mientras se trabaja nos levantamos antes y el
mayor tiempo de luz diurna invita a acostarse más tarde. Muchas veces, además,
el calor hace que no se duerma bien. No dormir el tiempo suficiente causará
sensación de cansancio y ansiedad al día siguiente; y ello propiciará el
aumento del estrés. Una siesta sentado en el sofá de entre 10-20 minutos máximo
ayudará a aparcar el estrés del día.
·
alimentación: una
dieta equilibrada basada en alimentos frescos y ligeros, sin apenas grasa,
ayudará a minimizar el estrés y la ansiedad.
·
desconectar durante las
vacaciones: pero hacerlo de verdad, siendo capaces de
dedicar menos tiempo al móvil, la tablet o el portátil, y dedicarse a lo que
realmente importa: descansar y disfrutar.
·
ejercicios de relajación: si
se siente estrés puede resultar útil la realización de algún ejercicio de
relajación (respiración, visualización, etc.).
·
problemas de pareja o
familiares: en verano aumenta el tiempo de convivencia con
la pareja y en general con la familia, por lo que resulta más fácil que surjan
problemas de convivencia o conflictos de cualquier tipo. En el caso de que ya
haya problemas previos estos probablemente se agudizarán. Una buena
comunicación y el diálogo es el mejor medio para resolverlos.
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