Alucinaciones cenestésicas: qué es este síntoma, causas y tratamiento
Si cerramos los ojos y nos concentramos en ello, es
posible que podamos oír el latido de nuestro corazón, cómo el aire entre en
nuestros pulmones, o cuando nos duelen los riñones o el hígado. Todo ello se
debe a que somos capaces de percibir sensaciones propias del interior de
nuestro cuerpo, algo que nos ayuda a adaptarnos a las situaciones y a
sobrevivir.
Pero estas situaciones tienen un motivo: nuestro
corazón late, respiramos, estamos llenos o tenemos una infección urinaria. Sin
embargo a veces algunas personas pueden llegar a tener percepciones de este
tipo, procedentes del interior del cuerpo, sin que haya nada que realmente las
cause. Se trata de alucinaciones
cenestésicas.
¿Qué es una alucinación?
A modo de preámbulo y con el fin de hacer más facilmente
entendible el concepto de alucinación cenestésica, resulta útil en primer lugar
hacer un repaso de lo que és e implica una alucinación.
El concepto de alucinación hace referencia a la
existencia de una falsa percepción
o percepción sin objeto, es decir a la captación por parte de los
sentidos de una persona de una información o estimulación que no parte de
ninguna fuente real y existente. Se trata de un tipo de engaño perceptivo en el
que se percibe algo que no existe y que es producto de la mente del sujeto.
Sin embargo, hay que remarcar el hecho de que es una
percepción: el sujeto realmente ve, oye o nota algún tipo de sensación a pesar
de que esta no prevenga de ninguna estimulación que la genere.
Se trata de uno de los principales síntomas de la esquizofrenia y de los trastornos
psicóticos, aunque puede aparecer en una gran cantidad de situaciones
que no siempre tienen porqué ser producto de una psicopatología (por ejemplo un
envenenamiento o intoxicación pueden llegar a generar alucinaciones, o incluso
la vivencia prolongada de estrés).
Existen muy diversos tipos y clasificaciones de
alucinaciones, entre las cuales podemos encontrar las visuales, las auditivas,
las olfativas o gustativas, las táctiles, las cinestésicas (percepción de
movimiento) o las que dan nombre a esta artículo: las alucinaciones
cenestésicas.
Las alucinaciones cenestésicas
Se entienden por alucinaciones cenestésicas (también
llamadas alucinaciones somáticas o viscerales) aquellas en las que el sujeto
tienen una percepción sin objeto referida a la existencia de sensaciones en el interior de su propio cuerpo,
en las que se hace referencia concretamente a elementos como las vísceras ,
órganos concretos o elementos del organismo independientemente de que dichos
elementos tengan o no sensibilidad (por ejemplo la sangre).
Se trata de un tipo de alucinación en que la
percepción se realiza a nivel somático o de conciencia corporal: en la
percepción interna del propio organismo. El sujeto tiene la percepción de algún
tipo de alteración en el interior de su cuerpo, que pueden estar delimitadas a
partes u órganos concretas de este o bien al organismo a nivel general. Es
habitual que este tipo de alucinación se de conjuntamente con diferentes tipos
de delirios que las explican, los cuales suelen ser de una elevada extravagancia y extrañeza.
Un ejemplo de ello dan en aquellas personas con
delirios de infestación, en las que a menudo se refiere la sensación de que
hormigas, insectos u otros pequeños seres han infestado al sujeto y se
desplazan por el interior del cuerpo e incluso puede existir la idea de que
están devorando sus órganos.
Las sensaciones percibidas
pueden ser muy variables e incluir entre otras la percepción de presión
mecánica, desplazamiento, vacío, dolor, picor o cambios de temperatura.
Asimismo también puede existir la sensación de cambios en la composición de
partes del cuerpo (por ejemplo percibir que uno de sus pulmones se ha
disuelto), sensaciones relativas a movimientos de órganos (como por ejemplo
percibir que el cerebro ha bajado hasta la posición del estómago) o variación
en su número (como podría ocurrir en el caso de tener la sensación de haber
perdido una pierna sin haberlo hecho).
Otras posibles sensaciones podrían ser la percepción
de la presencia de elementos externos insertados (por ejemplo la percepción de
la inserción de un microchip entraría en este tipo de alucinación) o
extracción/pérdida de partes del cuerpo (sentir que el corazón se les ha salido
del cuerpo).
Vinculadas a otros tipos de alucinación
Tal y como en base a esta descripción es posible
imaginar, las alucinaciones cenestésicas se encuentran profundamente vinculadas con otras tales como las táctiles
o hápticas o las relativas a la percepción de movimiento o
cinestésicas.
De hecho, a menudo es posible encontrar que ambos
tipos de alucinación se dan conjuntamente. Algunos autores indican incluso que
en realidad las alucinaciones cenestésicas incluyen las táctiles, cinestésicas
y las viscerales como subtipos, aunque por lo general se identifica cenestésico
con visceral.
La principal diferencia entre estos tipos es que en el
caso de las cenestésicas estamos hablando de percepciones relativas al propio
cuerpo y por lo general a su interior, sin que exista la idea de un contacto externo o sin que el desplazamiento
se produzca externamente. Pese a ello a menudo se dan de manera asociada
o conjunta.
Contextos de aparición
Las alucinaciones cenestésicas resultan menos
habituales que otras como las auditivas o visuales, si bien pueden darse en
múltiples contextos y condiciones.
A nivel psiquiátrico, una de las más conocidas es la
esquizofrenia, junto con otros trastornos del espectro psicótico como el
trastorno delirante crónico.
Por ejemplo, en el síndrome
de Ekbom o delirio de parasitosis, en que el sujeto sostiene la creencia de estar
infestado por seres vivos, o en el síndrome de Cotard (trastorno delirante en
que existe la creencia de estar muerto o de que los órganos se están pudriendo,
algo que puede partir de la interpretación de alucinaciones somáticas). Sin embargo
hay que tener en cuenta que dichos síndromes se basan en la existencia de
delirio, sin que sea necesario que exista alucinación al respecto.
También pueden darse en el
contexto de algunas depresiones, y es posible su aparición en algunos casos en episodios
de tipo maníaco (como por ejemplo en el trastorno bipolar).
Otro contexto de aparición pueden ser alteraciones de
tipo médico. Entre ellas, es posible por ejemplo que aparezcan alucinaciones
cenestésicas en situaciones como intoxicaciones por sustancias como la cocaína
o en algunos casos de epilepsia, aunque es menos frecuente.
Causas
Más allá del contexto en el cual aparecen, las causas
de las alucinaciones cenestésicas no están claras, aunque al igual que con
otras alucinaciones el sistema
límbico y el diencéfalo parecen estar implicados.
También se ha observado la implicación de la corteza
somatosensorial, así como la parte de la corteza correspondiente a la ínsula. Algunas teorías estipulan la existencia de una
dificultad de base para integrar la información sensorial, algo que puede
provocar que nuestro sistema nervioso genere percepciones sin que exista un
elemento físico que lo desencadene.
Asimismo, otras teorías (que no excluyen la anterior)
indican que el problema puede provenir de una dificultad para separar el contenido mental de la experiencia física,
de tal modo que no es posible separar lo imaginado de lo percibido.
Tratamiento
Las alucinaciones cenestésicas no son un trastorno en
sí, sino que son un síntoma de la
existencia de algún tipo de alteración. En este sentido, tratar estas
alucinaciones va a requerir realizar una evaluación de la situación del
paciente y valorar cuál es el origen o el trastorno del cual son síntoma. Para
ello se requerirá del trabajo multidisciplinar de diversos profesionales de
distintos ámbitos de la salud.
Dependiendo del caso, es posible emplear distintas
estrategias terapéuticas. A nivel farmacológico el uso de antipsicóticos puede
contribuir a frenar este tipo de percepciones, así como también algunos
antidepresivos.
A nivel psicológico, tratar estas percepciones puede requerir ayudar al sujeto a reatribuir
sus percepciones de manera que termine viéndolos como producto de
su propia mente, con técnicas como la reestructuración cognitiva y la
proposición de experimentos conductuales en los que puedan comprobar si sus
percepciones son o no reales.
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