Síndrome de Asperger en adultos: síntomas, causas y tratamiento
Síndrome de
Asperger. Dejando al margen un conocido
personaje de una popular sitcom americana, si tenemos en
cuenta que estamos ante una alteración vinculada con el autismo (aunque
con inteligencia normativa o incluso superior) probablemente lo primero que nos
imaginemos al oír este nombre será a un niño con una serie de problemáticas
vinculadas a la literalidad, perseveración y fijación por determinados temas y
problemas de socialización y comunicación.
Sin embargo, ese niño en el
que hemos pensado no será para siempre un niño: con el paso del tiempo crecerá y
terminará por convertirse en adulto. Y en esta etapa vital la
persona también va a ver y hacer frente a nuevas realidades y retos, a la par
que al igual que nos ocurre a todos también el crecimiento del propio sujeto
conlleva algunos cambios en su manera de ver, pensar y vivir.
¿Cómo es el síndrome de
Asperger en adultos? Vamos a verlo a lo largo de este
artículo.
El síndrome de Asperger: ¿ante qué estamos?
Antes de entrar directamente
en materia, puede ser útil hacer un pequeño repaso de lo que es el síndrome de
Asperger y el tipo de problemas o dificultades que implica.
El síndrome de Asperger
es uno de los trastornos
del neurodesarrollo el cual se caracteriza por la presencia de grandes
dificultades en la comunicación y la socialización, junto a
dificultades para afrontar cambios y la existencia de patrones de
comportamiento e intereses restringidos y rígidos. Este síndrome suele
diagnosticarse alrededor de los siete años de edad o incluso en la
adolescencia. Aunque puede haber indicios anteriores, por lo general no es
hasta que el desarrollo evolutivo nos hace relacionarnos con nuestros
semejantes de manera fluida cuando empiezan a verse dichos problemas.
Estas personas tienen una
gran dificultad para ponerse en el lugar de otros y sentir empatía,
así como adivinar o interpretar el estado mental de los demás a partir de su
comportamiento o palabras. En este sentido es habitual que les cueste
comprender porqué los demás actúan como lo hacen. Tienen también dificultad
para interpretar gestos, miradas y elementos simbólicos. Son profundamente
literales y tienen problemas para comprender el lenguaje en sentido figurado.
Es por ello que les es difícil entender muchas expresiones, refranes, frases
hechas o bromas. También presentan problemas en el lenguaje pragmático, es
decir emplear determinados lenguajes y maneras de expresarse dependiendo del
contexto.
Dificultades para socializar
Uno de los elementos más
característicos es la presencia de problemas a la hora de interactuar con sus
semejantes y la limitación de su vida social, con una alta reserva y dificultad
para relacionarse. Pese a ello, por lo general sí tienen interés y deseo de
relacionarse y vincularse con los demás. También hay tendencia a necesitar un espacio personal
propio y a aislarse cuando se sienten mal. Es habitual que se
suman en sus pensamientos. Es habitual que no miren a los ojos y que mantengan
una expresión facial neutra, ya que también pueden tener dificultades para
expresar sus propias emociones.
Generalmente el nivel de
inteligencia de estas personas se encuentra en la media poblacional, y en
ocasiones incluso por encima. A nivel de comportamiento suelen ser muy formales
(en ocasiones incluso se les ha llegado a considerar pedantes) y normalmente
tienen un vocabulario extenso y florido. También destaca el hecho de que suelen tener intereses
repetitivos y constantes, de los cuales pueden llegar a hacerse
grandes expertos. Además otro elemento habitual es la dificultad para afrontar
cambios: precisan de una vida rutinaria para sentirse seguros y tranquilos.
Torpeza a nivel motor
Otro elemento habitual en
las personas con Asperger es la presencia de torpeza a nivel motor, junto con
ocasionales movimientos estereotipados que utilizan como método para
tranquilizarse. Por último, se ha observado que en ocasiones presentan
hipersensibilidad a algunos tipos de estimulación, como por ejemplo el sonido,
la luz o el olor.
A pesar de que pueden llevar
a cabo una vida normativa y autónoma, las características de este síndrome
hacen que quienes lo padecen puedan tener dificultades en su día a día,
especialmente a la hora de relacionarse con otros (tanto a nivel
socio-relacional como académico o incluso laboral).
Asperger en adultos
Como hemos dicho y teniendo
en cuenta que es un trastorno del neurodesarrollo, por lo general se suele
pensar en el síndrome de Asperger como en un problema infantil. Sin embargo,
según se van haciendo cada vez más mayores y llegan a la adultez los problemas
y síntomas de pueden llegar a reducirse en gran medida en algunos aspectos
mientras que otros se modifican o incluso se añaden.
Concretamente, en el síndrome de Asperger en adultos
suele mantenerse los problemas para relacionarse y comunicarse de manera fluida
con los demás. Pueden haber dificultades a la hora de empezar
una conversación o conocer a alguien nuevo. En este sentido es posible que
existan dificultades a la hora de encontrar pareja o amigos, e incluso que se
piense que desprecia o que no quiere contacto con otros. En ello resulta
especialmente importante la existencia de un nivel muy bajo de empatía o de la
capacidad de entender el comportamiento y emociones ajenas.
También puede verse cierto
sesgo cognitivo dirigido a intentar favorecerse a sí mismos. No por egoísmo en
sí, sino por el hecho de no comprender las necesidades del otro o por no captar
por qué las del otro pueden ser tanto o más importantes que las propias
(recordemos que uno de los síntomas antes citados era la ausencia o la
presencia de dificultades de empatía).
Si el problema se ha
detectado en fases vitales previas, es posible que las dificultades para
entender emociones e incluso uso figurado del lenguaje hayan mejorado en
comparación a las que tendría un niño, si bien por lo general persiste cierta
dificultad. Probablemente el sujeto haya tenido que aprender de manera mental o
cognitiva a reaccionar de manera emocional. La espontaneidad también es
habitual que sea mínima.
A nivel laboral estas
dificultades pueden tener un efecto negativo, algo que a nivel de trabajo puede
suponer conflictos con compañeros, subordinados o superiores. El trabajo en equipo puede ser un gran
problema. Pese a ello, y especialmente si consiguen realizar un
trabajo que forme parte de alguno de sus intereses, pueden llegar a mostrar una
alta capacidad y rendimiento.
Las conductas rígidas y
estereotipadas pueden alcanzar niveles obsesivos y absorber gran parte del
tiempo de la persona. El comportamiento puede ser extravagante y su lenguaje
monótono y excesivamente formal y grandilocuente. Pueden ser extremadamente
sinceros, hasta el punto de parecer crueles. También suelen adquirir un gran
perfeccionismo, además de ser extremadamente racionales.
Es posible que la persona
con Asperger tenga problemas para formar su propia identidad. A
nivel emocional, no es infrecuente que los adultos con Asperger lleguen a
considerarse a sí mismos personas peculiares e incluso raras en comparación a
los demás. Ello puede llevar al autodesprecio, a la depresión y a problemas
como la ansiedad debido a la captación de diferencias con respecto al otro.
Cuando el diagnóstico se hace en la adultez
Hemos ido viendo como es el
síndrome de Asperger en los adultos y que características tiene. Pero además de
lo mencionado hasta ahora, es necesario tener en cuenta que el Asperger no
siempre es detectado en la infancia sino que en ocasiones se detecta por
primera vez cuando el sujeto es adulto. Y no es que el síndrome aparezca de
pronto: esa persona ha tenido durante toda su vida Asperger. Pero a veces la
sintomatología se ha asociado a un carácter o manera de ser de la persona, se
ha asociado a otra problemática (en algunos casos con características singulares
puede haberse confundido con esquizofrenia, por ejemplo) o simplemente ha
pasado desapercibida.
Estos casos, que incluso
pueden llegar a acudir ellos mismos a consulta tras haber leído o visto algo
respecto al síndrome que de pronto se dan cuenta que es lo que ellos les
ocurre, han vivido una vida en que sus dificultades probablemente no hayan sido
comprendidas. En este sentido pueden haber llegado a desarrollar un elevado
grado de aislamiento, ser malinterpretados o incluso rechazados por lo que otras
personas pueden haber pensado que era frialdad o incluso crueldad (cuando en
realidad puede haber sido producto de una incomprensión), y haber tenido
dificultades a nivel académico y laboral además del social.
Un buen diagnóstico puede
hacer que se entiendan más algunas de las situaciones que la persona puede
vivir, que el entorno sea más consciente (por ejemplo de las dificultades para
el lenguaje figurado o la lectura de emociones) o incluso que se pueda trabajar
a nivel de terapia y educación con procedimientos dirigidos a mejorar su
capacidad de comprensión de lo que ocurre en el entorno. En cualquier caso también es posible
trabajarlo ya de adultos, si bien normalmente si se detecta en la infancia
puede haber más facilidad de cara a tratar posibles problemas.
Tratando con el Asperger en adultos
El Asperger en una condición
que no tiene ningún tipo de tratamiento “curativo”, y de hecho lo que resulta
tratable es la presencia de posibles dificultades derivadas de dicha condición.
Sin embargo, es
posible emplear diferentes tratamientos para favorecer su funcionamiento social
y disminuir posibles problemas. El tratamiento suele ser
multidisciplinar, y puede incluir psicólogos, psiquiatras, terapeutas
ocupacionales, logopedas o educadores sociales entre otros.
En su mayoría estamos ante
una intervención de tipo psicoeducativo, en la que poco a poco se enseñe al
paciente a identificar emociones propias y ajenas, a gestionar sus propias
emociones o mejorar las habilidades sociales. Entrenar la capacidad comunicativa
también resulta de utilidad. Además puede ser útil recurrir a la psicoterapia para
aliviar posibles problemas depresivos o ansiosos, además de intentar combatir
sesgos cognitivos de uso frecuente que hagan difícil el día a día o la
participación social del sujeto (por ejemplo la sensación de sentirse diferente
o raro).
También puede ser
recomendable el uso de terapias del habla para mejorar aspectos como la
fluidez, el ritmo y el tono, así como la práctica regular de ejercicio para
mejorar la movilidad y reducir la torpeza motora. Si hay pareja, puede ser de
utilidad trabajar aspectos como la comunicación con ella. También puede
resultar de ayuda trabajar la comunicación y transmisión de afecto hacia los
hijos, a través de diferentes técnicas y de psicoeducación.
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