Cómo
controlar la ansiedad y los ataques de pánico
La ansiedad es una emoción que todo el mundo experimenta
ante una situación de incertidumbre y amenaza. Prepara a la persona para
escenarios que pueden tener un resultado negativo. Es adaptativa y es buena. El problema viene
cuando se convierte en patológica y se manifiesta en un grado demasiado intenso
y con gran frecuencia. Lejos de ayudar a adaptarse, bloquea al individuo y le
lleva a un resultado peor del deseado, pudiendo comprometer su salud física y mental.
Para no llegar a este punto, Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad
Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) explica cómo controlar la
ansiedad cuando esta se vuelve preocupante.
Cano
rechaza categóricamente el uso de medicamentos para solucionar el problema y
apuesta por la terapia cognitivo conductual. “Es la que más se ha
estudiado a nivel científico y que mejor ha demostrado su eficacia”. Para
entender en qué consiste esta terapia y dar consejos útiles, explica
detalladamente los pasos necesarios para superar la ansiedad.
1. Informarse
de qué es la ansiedad y cuáles son sus síntomas
“Hay
personas que desconocen que los síntomas que padecen están causados por la
ansiedad”. El primer paso para recuperarse es saber qué les está pasando y
darse cuenta de los síntomas. “Taquicardias, sudor, aumento de la temperatura, dificultad
para dormir, molestias digestivas, etc., son
algunos de ellos”. Después habría que descubrir los factores causantes e informarse
de qué son las emociones y la ansiedad.
2. Reinterpretar el problema
La
ansiedad lo que hace es que la persona anticipe unas consecuencias muy
negativas por si acaso se producen. Cano aconseja “interpretar la amenaza de
forma menos grave, ser realistas y no magnificar”.
De
manera práctica:
• Razonar si
la posibilidad de que ocurra lo peor es tan grande.
•
Preguntarse: “si ocurriese lo peor ¿realmente sería tan grave?”.
•
Poner atención en los problemas sólo cuando se puede hacer algo. “Cuando no hay
nada que hacer, hay que seguir la vida normal y atender otras cosas”.
3. Desviar la atención del problema
Cuando
hay ansiedad la atención está continuamente enfocada al problema, “no dejamos
de pensar en lo que nos preocupa”, explica Cano.
“La
persona ha de aprender a relajarse, a no centrar su atención todo el rato en el
problema. Estar en
alerta, pero también descansar y guardar recursos cuando
no se puede hacer nada”.
Para
lograrlo hay que:
•
Obligarse a pensar en otra cosa.
•
Obligar a hacer algo diferente para distraerse.
4. Interpretar los problemas como un
desafío, no como una amenaza
El
experto añade como consejo “la interpretación de las dificultades como un
desafío, en vez de como como una amenaza”. Esto permite afrontar la situación
con motivación, dejando de lado la preocupación.
5. Técnicas de relajación
También
ayudan las técnicas de relajación (muscular progresiva, respiración,
imaginación, entre otros). Con ellas se reduce la activación fisiológica, se sueltan los músculos,
etc. Cano indica la conveniencia de hacerlo todos los días.
“Cuando
se entrenan estas habilidades, los problemas empiezan a resolverse”, afirma
Cano. “El paciente –continúa- se da cuenta de sus errores y los corrige. Así
empiezan a aliviarse los problemas”.
Qué hacer ante un ataque de ansiedad
o pánico
Cuando
una persona sufre un ataque de pánico, la ansiedad se descontrola, pierde el
control y se asusta ante ese descontrol. “La tasa cardiaca aumenta, se
dificulta la respiración, hay hiperventilación, aumento de la temperatura y
temblor”.
“El
sistema nervioso autónomo se dispara y hay que tranquilizarle transmitiendo la
sensación de que no hay peligro, que no hay una situación extrema y que lo que
sucede no es grave. Al cambiar el foco de la atención y la importancia que
le damos a los síntomas del ataque de pánico, estos disminuyen”.
La
mejor forma de lograr esto es:
•
Hacer y pensar en otra cosa.
•
Cambiar de tema de conversación.
•
Ponerse a trabajar en algo.
•
Realizar cualquier actividad que permita no darle importancia a los síntomas
que está teniendo.
•
En vez de hiperventilar, respirar más lentamente.
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