Los 10 síntomas físicos de la ansiedad
Cuando se habla de ansiedad, normalmente se suele
pensar que se trata de un comportamiento acelerado por parte de las personas,
pero en realidad la aceleración se encuentra en los pensamientos de la persona,
y no necesariamente en su comportamiento.
El pensamiento del sujeto ansioso va siempre por
delante de la realidad, se anticipa a los hechos de manera negativa. El sujeto
piensa que las cosas le saldrán mal incluso antes de comenzar a hacerlas.
En este artículo hablaremos
acerca de los síntomas físicos de ansiedad, es decir, veremos cuáles son las principales
complicaciones que puede traer esta conducta para nuestro cuerpo, y revisaremos
algunos de los tratamientos más efectivos para estos casos.
Como ya hemos hecho mención, la ansiedad puede
ocasionar ciertas complicaciones a nivel físico en quienes la padecen. Veamos
cuáles son estos síntomas.
Estos son de carácter involuntario, y por lo general
suelen presentarse cuando el sujeto está por
comenzar una actividad que le incremente el nivel de estrés.
Un buen ejemplo es cuando la persona debe hablar en
público o con alguien que le genera algún interés en particular.
Cuando la ansiedad alcanza niveles altos, el Sistema Nervioso Central (SNC) comienza a funcionar de
manera exacerbada en el organismo, generando una serie de
reacciones que escapan al control voluntario. Una de estas reacciones es la
sudoración excesiva, sobre todo en manos, pies, frente y axilas.
La más común de las arritmias cardiacas que se
presenta durante los síntomas físicos de ansiedad es la taquicardia. Los latidos del corazón tienden a acelerarse de manera irregularcuando el
individuo se expone a una situación que detona el estado ansioso.
Otro síntoma característico en estos casos es que la
frecuencia respiratoria se incrementa (taquipnea). Cuando esto ocurre la
persona podría comenzar a realizar grandes respiraciones
por la boca de manera agitada.
Cuando la ansiedad es persistente e intensa, los
músculos se cargan de tensión, y es cuando sobrevienen las
molestias en alguna región muscular específica del cuerpo.
Estas molestias ocurren, por lo general, en la
espalda, el cuello y los hombros.
Las cefaleas son un síntoma muy característico de la
ansiedad, sobre todo las denominadas cefaleas tensionales. Estas son causadas, entre otras
cosas por la tensión muscular excesiva en la zona del cuello.
7. Boca reseca
En ocasiones, mientras la persona se encuentra
realizando alguna actividad en la que no se siente cómodo o no está lo
suficientemente preparado, las glándulas encargadas de
la salivación se contraen, ocasionando una sequedad temporal en la boca.
8. Mareos
Estos ocurren sobre todo cuando la ansiedad es
intensa, en el momento que la persona siente que ya no tolera seguir realizando
la actividad que le genera el malestar; entonces aparece el mareo, el cual
puede estar acompañado de otros síntomas físicos de ansiedad.
No es más que la necesidad frecuente de orinar, causada por la ansiedad y la tensión de los músculos. Por
ejemplo, alto tan común como esperar por los resultados de un examen podría
detonar este síntoma en el sujeto.
Las molestias en la zona del abdomen son una
característica clásica de las personas ansiosas, sobre todo el dolor en esta
región se presenta en los niños cuando están bajo mucha presión emocional.
En los niños la ansiedad es más común de lo que se
piensa, sobre todo porque en las etapas tempranas del desarrollo se hace
complicado explicar las emociones con claridad. Pero también en adultos este es
uno de los síntomas físicos de la ansiedad, asociado a las dificultades para digerir la comida en este estado de activación.
Para combatir las repercusiones físicas que ocasiona
la ansiedad, ten en cuenta estas ideas fundamentales.
Inhalar y exhalar de manera
controlada es muy útil. Tomamos el aire por la nariz y lo llevamos a nuestros
pulmones, lo dejamos allí durante aproximadamente 15 segundos, y luego lo
dejamos salir por la boca suavemente.
Colocar un objeto sobre la televisión mientras esta se
mantiene encendida y fijar nuestra atención en ese objeto durante el mayor
tiempo posible, evitando distraernos con la programación es un ejercicio para
reforzar nuestro nivel de concentración.
También podemos realizar sopas de letras, crucigramas,
o aprender a jugar ajedrez. Pero es importante que mientras realizamos estas
actividades no lo hagamos pensando es que debemos hacerlo bien, la idea
es enfocarnos más en el proceso que el resultado.
En caso de que nuestro nivel de ansiedad no disminuya
a pesar de haber implementado las técnicas recomendadas, lo ideal será asistir
a sesiones de terapia psicológica para que el psicólogo pueda
hacer la evaluación y la intervención necesarias.
En los casos en los que se requiere medicación, el
paciente es referido con el psiquiatra para que sea este quien le recete el
medicamento y le indique las respectivas dosis. El seguimiento del caso se hará
de manera conjunta, el psicólogo se encargará de la parte emocional del sujeto,
mientra que el psiquiatra tratará la parte claramente orgánica.
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