martes, 29 de enero de 2019

Trastornos somatomorfos

Trastornos somatomorfos: tipos, causas,síntomas y tratamiento

Las dolencias físicas son llamadas de atención de que algo ha ocurrido en nuestro cuerpo. El dolor físico es la respuesta a un determinado estímulo o afección que podemos estar padeciendo.
Pero estas dolencias no siempre implican una alteración de carácter físico con un origen claramente localizable.
En este artículo revisaremos qué son los trastornos somatomorfos, cómo suceden esta clase de trastornos, cuáles son sus tipos más comunes y hablaremos sobre los tratamientos y terapias utilizadas en estos casos.

Los trastornos somatomorfos son aquellos en los que un nivel excesivo de ansiedad y preocupación por síntomas físicos potenciales o en desarrollo hace que estos se intensifiquen o potencien la aparición de otros.
Se considera normal que en algún momento de nuestras vidas todos hayamos experimentado síntomas somatomorfos sin que estos avancen hasta convertirse en un problema significativo.
Los trastornos somatomorfos suelen estar ligados a algún tipo de afección física, al menos durante las etapas iniciales. Luego es común que se desvinculen de esta y que predomine el malestar psicológico por encima de la dolencia física
Un buen ejemplo son los dolores musculares. Cuando el sujeto comienza a presentar sensación de malestar en alguna región muscular, y esta persiste durante varios días, la persona asocia este malestar con una enfermedad de gravedad considerable, aunque realmente lo que puede estar ocasionando eso son altos niveles de estrés, o el hecho de que se ha mantenido en posiciones incorrectas durante demasiado tiempo.
En los casos menos intensos el sujeto es capaz de darse cuenta a tiempo de que está reaccionando de manera desproporcionada ante la situación y consigue mantener la calma. Cuando la intensidad es mayor, el individuo puede llegar a obsesionarse tanto con la idea de que presenta una patología severa que puede ir a la consulta de diversos especialistas con la firme convicción de que le diagnostiquen la enfermedad que él mismo ha alimentado sin pretenderlo.
Cuando el especialista hace la evaluación correspondiente y no detecta patología alguna, el sujeto no es capaz de aceptar este diagnóstico como verdadero, y continúa buscando nuevas opiniones.
Se trata de una creencia irracional, que en algunos casos puede provocar que el sujeto en realidad sienta las molestias físicas propias de la enfermedad que dice tener, entrando en un estado de hipocondría.
Aquí encontrarás pequeñas descripciones acerca de los tipos de los trastornos somatomorfos.
Este consiste en un rechazo exagerado por parte del sujeto hacia su cuerpo, o hacia alguna parte específica del mismo. En caso de que la persona presente algún defecto físico real, este es percibido por el sujeto de una manera tan despreciable que podría incluso llegar a desear deshacerse de esa parte de su cuerpo.
Cuando no hay una malformación evidente, el sujeto con trastorno dismórfico corporal puede llegar a crearla. Por ejemplo, si no le gusta la forma de sus orejas o de su nariz, esa situación sería la detonante del trastorno.
Estos ocurren por lo general antes de los 30 años de edad, y se trata de síntomas físicos percibidos por el sujeto, para los cuales ha buscado ayuda médica, pero que en el momento de la evaluación no hacen emerger signos de ninguna enfermedad.
Este trastorno genera un elevado nivel de ansiedad en las personas que los padecen, y por lo general son ocasionados por factores estresantes en la vida cotidiana de estos sujetos.
Se trata de la percepción de los síntomas específicos de una enfermedad que responde únicamente a la subjetividad del sujeto. Realmente la persona no presenta ninguna enfermedad real, pero aun así esta busca ser evaluada teniendo la firme convicción de que padece dicha enfermedad.
No se considera como un trastorno psicótico, teniendo en cuenta que la persona es consciente de que puede estar actuando de forma desproporcionada, pero aun así lo sigue haciendo.
En este caso existen síntomas y signos físicos, como dolencias musculares continuas o problemas en la percepción de alguno de los sentidos. Esta situación lleva a la idea de que existe una patología severa que está ocasionando dicha sintomatología, pero en realidad el origen de estas afecciones es netamente psicológico, a diferencia de otros trastornos somatomorfos los síntomas de este no son producidos de forma premeditada por el sujeto.
Algunos ejemplos de síntomas que pueden aparecer mediante este trastorno somatomorfo pueden ser cefaleas tensionales, paratonía, disfunciones sexuales, intolerancia a algunas comidas, etc…
En este caso existe el dolor físico en una o más partes del cuerpo del sujeto, y suele producirse después de que se haya padecido un accidente, enfermedad, o simplemente una exigencia en alguna región del cuerpo. Al principio el dolor tiene justificación, pero luego persiste a pesar de que la zona afectada haya sanado por completo.
En estos casos se debe emplear un equipo multidisciplinario que se encargue de estabilizar a los pacientes física y mentalmente; por lo general está conformado por médicos especialistas en distintas áreas, entre esos un psiquiatra.
En algunos casos la medicación podría ser necesaria, cuando se presentan fuertes estados de ansiedad. Sin embargo, siempre será necesario que el sujeto asista a psicoterapia.
El tratamiento que deja mejores resultados es el que se basa en las técnicas cognitivo-conductuales, las cuales buscan identificar y cambiar los pensamientos desadaptativos del sujeto por unos más racionales, que le permitirán evaluar mejor su situación real.

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