Como solucionar la dificultad para tragar los alimentos
¿Tienes problemas para tragar
determinados alimentos? ¿Te atragantas con facilidad? ¿Sueles toser mientras
comes? Si las respuestas a estas
preguntas son un sí, quizá puedas tener un problema de disfagia
orofaríngea, “un trastorno o síntoma
caracterizado por la dificultad para tragar, referido como incomodidad durante
la progresión de los alimentos desde la boca hasta el estómago”, explica a
CuídatePlus Gabriel Olveira Fuster, jefe de Endocrinología y Nutrición
del Hospital Regional Universitario de Málaga y del Instituto Biomédica de Málaga.
Aunque tragar parezca una acción
fácil y prácticamente autónoma, cada vez que tragamos
hacemos uso de 30 músculos que se coordinan gracias a nuestro cerebro. “Es un acto complejo”, apunta el experto, “porque supone la realización
de una serie de secuencias de movimientos, tanto voluntarias como
involuntarias, que están bajo el control del sistema nerviosos”.
Por ello, es un problema que
afecta a personas sobre todo a personas con enfermedades neurodegenerativas,
que han sufrido un ictus, por ejemplo, o en personas
mayores, ya que es un síntoma de muchas enfermedades que se relacionan directa
o indirectamente con el envejecimiento.
A pesar de ser una sintomatología
todavía desconocida por la sociedad en general, la realidad es que existen más
de dos millones de personas en España afectados por este trastono. “Más del 45
por ciento de las personas que han sufrido un ictus tendrán problemas de
deglución”, afirma Rosana Ashabaugh,
enfermera y vocal de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo (Senpe).
Según los datos de Olveira
Fuster, “entre el 50 y el 80 por ciento de los pacientes con Parkinson padece este
problema; hasta el 80 por ciento de los que tienen Alzheimer lo
sufre, así como entre el 25 y el 40 por ciento de los
pacientes con esclerosis múltiple y el 60 por ciento de los que tienen esclerosis lateral amiotrófica”.
En el caso de los ancianos, uno
de los grupos en los que es más frecuente la disfagia, “entre el 25 y el 30 por
ciento de los hospitalizados sufren este problema y, en residencias, el
porcentaje se eleva al 45-50 por ciento”, advierte Lucía Manzanedo, enfermera
del Hospital Universitario de Getafe en Madrid.
Infradiagnóstico
muy elevado
El hecho de no ser mayor o no
padecer una enfermedad neurodegenerativa no nos exime
de poder padecer este problema ya que
“se estima que una de cada 17 personas desarrollará
alguna forma de disfagia a lo largo de su vida”, tal y como apunta el experto del Hospital de Málaga. Sin embargo, tal
y como lamentan los expertos consultados, todavía
existe una elevada tasa de infradiagnóstico a pesar de que, en determinados
casos, puede llegar a ser mortal.
De hecho una de las consecuencias
de no diagnosticar correctamente el problema y tratarlo bien es la “neumonía aspirativa,
una enfermedad que en ancianos puede provocar la
muerte”, alerta Manzanedo. Esto se
puede producir porque, “al existir problemas para tragar el alimento, éste puede
desviarse al pulmón y provocar una infección”, aclara la enfermera.
Esta es la consecuencia más grave
pero hay otras, sobre todo relacionadas con la desnutrición. “Las personas que
padecen disfagia pueden tener alterada la eficacia de la deglución y, por lo
tanto, la capacidad para alimentarse e hidratarse de
manera adecuada, pudiendo aparecer cuadros de desnutrición y deshidratación”, constata Olveira Fuster.
De hecho, según el estudio Predyces, casi la mitad de los pacientes ingresados en los
hospitales con disfagia padecen desnutrición. Esta se manifiesta habitualmente con “pérdida de
peso progresiva y de masa muscular y grasa subcutánea, edemas, alteraciones en
la piel y mucosas, úlceras por presión, mayor riesgo de infecciones y
complicaciones”.
Además, “estos pacientes también
pueden presentar alteraciones analíticas, como descenso de algunas proteínas como albúmina y prealbúmina
especialmente si se asocia a complicaciones infecciosas”, apunta el experto del
hospital malagueño.
Normalizar
la tos, un gran problema
Tal y como se ha señalado
anteriormente, un problema de este trastorno es que está
infradiagnosticado. Hay muchas personas que padecen
disfagia pero lo desconoce o tiene síntomas pero los normaliza.
Toser mientras comemos no es
normal y puede ser un signo de disfagia. “En ocasiones, tendemos a normalizar este tipo de conductas y los
relacionamos con las ansias por comer y tragar los alimentos. Esto es un
error”, advierte Ashbaugh.
Además de este síntoma, otro
signo es “que al paciente se le salga líquido por la nariz al
tragar, algo que se produce porque el paladar blando no se eleva lo suficiente
y no protege la vía”, añade la vocal de la Senpe. “Toser
también cuando se bebe, tragar en varios tiempos, babear o carraspear son otros
signos de alarma”, detalla.
Como indica Ashbaugh, “son
síntomas que suelen pasar desapercibidos, pero que deben consultarse con el
médico ya que, según sus datos, hasta el 40 por
ciento de las disfagias se presenta con síntomas silientes como cambios en la voz, evitación de determinados alimentos por
miedo a atragantamientos o fatiga al comer”. Esto también hace que las cifras
de diagnóstico disminuyan.
Pero tener síntomas no basta para
diagnosticar este problema sino que hacen falta
realizar una serie de pruebas que confirmen el diagnóstico, ya que tal y como afirma el jefe de Endocrinología del Hospital de
Málaga “las mediciones subjetivas, como los cuestionarios, pueden infraestimar
el porcentaje de disfagia en comparación con otras técnicas más objetivas que
incorporan una evaluación clínica o una prueba de imagen”.
Cuestionario
para cribar en casa
Pero antes de acudir al
especialista para confirmar el problema, los expertos
consultados sí consideran importante estar alerta de los síntomas antes
mencionados y, en caso de duda,
realizar un test sencillo preguntándole al paciente o a la persona por
determinadas cuestiones.
“Se trata del test Eat-Ten”, indica
Manzanedo. “Está compuesto por una serie de preguntas muy
fáciles de responder y breves para ver si el paciente ha detectado problemas a
la hora de tragar alimentos o medicación ya que, en ocasiones, es la medicación la que provoca este
problema”.
El resultado de este test
puede darnos una pista de que estamos ante un problema de
disfagia. Si fuera así, deberíamos acudir
al médico de atención primaria o al especialista para que realice el resto de
pruebas oportunas y confirme el diagnóstico “y el tipo y la gravedad de
disfagia que padece el usuario”, detalla Manzanedo, ya que, dependiendo
de esto el menú y la forma de elaborarlo variará.
Aunque a medida que se desarrolla una tolerancia al humo y un paladar para los cigarros, se puede considerar qué sabores se quieren degustar.
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