lunes, 20 de octubre de 2014

Salome Ureña La gloria del progreso

Salome Ureña
La gloria del progreso

No basta a un pueblo libre 
la corona ceñirse valiente; 
no importa, no, que cuente 
orgulloso mil páginas de gloria
ni que la lira del poeta vibre
sus hechos pregonando y su victoria,
cuando sobre sus lauros se adormece
y al progreso no mira,
e insensible a los bienes que ofrece,
de sabio el nombre a merecer no aspira.

El mundo se conmueve 
cual de una fuerza mágica impulsado;
el progreso su luz entiende breve
desde la zona ardiente al mar helado
y vida y movimiento a todo imprime.
Por eso las naciones convocadas 
en lucha tan sublime
dispútanse agrupadas
el lauro insigne del saber divino
y cada pueblo aspira
a llenar con honor su alto destino.
Lucha sublime, sí, donde se mira 
en héroe convertido al ciudadano 
ceñir triunfante la inmortal corona,
desde el pobre artesano
que en su taller humilde se aprisiona
hasta el genio que escala el firmamento
y fija el ígneo sol de su innoble asiento.

Contemplad al que atento y ciudadoso
se desvela en su estancia, retirado,
indagando la ciencia. Al que afanoso 
sorprende los secretos de natura,
y con mano segura
al lienzo los traslada transportado. 



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