lunes, 13 de octubre de 2014

Acta de Independencia de 1863

Acta de Independencia de 1863

 

"NOSOTROS, los habitantes de la Parte Española de la Isla de Santo Domingo, manifestamos por medio de la presente Acta de Independencia, ante Dios, el mundo entero, y el Trono de España, los justos y leales motivos que nos han obligado a tomar las armas para restaurar la República Dominicana y reconquistar nuestra Libertad. El primero, el mis precioso de los derechos con que el hombre fue favorecido por el Supremo Hacedor del Universo, justificando así nuestra conducta arreglada y nuestro indispensable obrar, toda vez que otros medios suaves y persuasivos, uno de ellos muy elocuente, nuestro descontento empleado oportunamente, no han sido bastantes para persuadir al Trono de Castilla, de que nuestra anexión a la Corona no fue obra de nuestra espontánea voluntad, sino el querer fementido del General Santana y de sus secuaces, quienes en la desesperación de su indefectible caída del poder, tomaron el partido de entregar La República, obra de grandes y cruentos sacrificios, bajo el pretexto de anexión al Poder de España, permitiendo que descendiese el pabellón cruzado, enarbolado por el mismo General Santana, a costa de Ia sangre del Pueblo Dominicano con mil patíbulos de triste recordación.
"Por magnánimas que hayan sido las intenciones y acogida de S. M. Doña Isabel (Q. D. G.), respecto del Pueblo Dominicano, al atravesar el Atlántico y al ser ejecutadas por sus mandatarios subalternos, ellas se han transformado en medidas bárbaras y tiránicas, que este pueblo no ha podido ni debido sufrir. Para así probarlo, hasta decir que hemos sido mandados por un Buceta y un Campillo, cuyos hechos son bien notorios.

La anexión de la Republica Dominicana a la Corona de España ha sido Ia voluntad de un solo hombre que la ha domeñado; nuestros mis sagrados derechos, conquistados con 18 años de inmensos sacrificios, han sido traicionados y vendidos; el Gabinete de la Nación Española ha sido engañado, y engañados también muchos de los dominicanos de Valía e influencia, con promesas que no han sido cumplidas, con ofertas luego desmentidas. Pronunciamientos, manifestaciones de los pueblos arrancadas por la coacción, ora moral, ora física de nuestro opresor y los esbirros que le rodeaban, remitidas al Gobierno Español, le hicieron creer falsamente nuestra espontaneidad para anexarnos; empero, muy en breve, convencidos los pueblos del engaño y perfidia, levantaron su cabeza y principiaron a hacer esfuerzos gloriosos, aunque por desgracia inútiles al volver de la sorpresa que les produjera tan monstruoso hecho, para recobrar su Independencia perdida, su libertad anonadada-. Díganlo si no, las víctimas de Moca, San Juan, Las Matas, El Cercado, Santiago, Guayubín, Monte Cristi, Sabaneta y Puerto Plata.
"¿Y cómo ha ejercido la España el dominio que indebidamente adquirió sobre unos pueblos libres? -La opresión de todo género, las restricciones y la exacción de contribuciones desconocidas e inmerecidas, fueron muy luego puestas en ejercicio.

"¿Ha observado por ventura para con un pueblo que se le había sometido, aunque de mal grado, las leyes de los piases cultos y civilizados, guardando y respetando cual debía, las conveniencias, las costumbres, el carácter y los derechos naturales de todo hombre de sociedad? Lejos de eso: los hábitos de un pueblo libre por muchos años han sido contrariados impolíticamente, no con aquella luz vivificadora y que ilustra, sino con un fuego quemante y de exterminio. -Escarnio, desprecio, marcada arrogancia, persecuciones y patíbulos inmerecidos y escandalosos, son los tinicos resultados que hemos obtenido, cual corderos de los subalternos del Trono Español, a cuyas manos se confiara nuestra suerte.

"El incendio, la devastación de nuestras poblaciones, las esposas sin sus esposos, los hijos sin sus padres, la pérdida de todos nuestros intereses, y Ia miseria en fin; he aquí los gajes que hemos obtenido de nuestra forzada y falaz anexión al Trono Español-. Todo lo hemos perdido; pero nos quedan nuestra Independencia y Libertad, por los cuales estamos dispuestos a derramar nuestra última gota de sangre.

"Si el Gobierno de España es político; si consulta sus intereses y también los nuestro, debe persuadirse de que a un pueblo que por largo tiempo ha gustado y gozado la libertad, no es posible sojuzgárselo sin el exterminio del último de sus hombres. De ello debe persuadirse la Augusta Soberana Doña Isabel II, cuya hermosa alma conocemos, y cuyos filantrópicos sentimientos confesamos y respetamos; pero S.M. ha sido engañada por la perfidia del que fue nuestro Presidente, el General y la de sus Ministros; y lo que ha tenido un origen vicioso, no puede ser válido por el transcurso del tiempo.

"He aquí las razones legales y los muy justos motivos que nos han obligado a tomar las armas y a defendernos, como lo haremos siempre, de la dominación que nos oprime, y que viola nuestros sacrosantos derechos, así como de leyes opresoras que no han debido imponérsenos.

"El mundo conocerá nuestra justicia, y fallará. El Gobierno Español deberá conocerla también, respetarla y obrar en consecuencia.

Santiago de los Caballeros, Septiembre 14 de 1863.

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