EL CALENDARIO AZTECA: La piedra del Sol está en el Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, uno de los museos más impresionantes del mundo. Es un calendario en cuyo centro aparece ei quinto sol, el actual de los aztecas. En el círculo siguiente aparecen los cuatro soles anteriores, que cayeron y destruyeron el mundo en cuatro ocasiones anteriores.
Los aztecas pensaban que el sol se debilitaba y necesitaba de los sacrificios, y en especial de los de sangre humana, para poder seguir su curso y no destruir el mundo. Los cinco soles, como las cinco partes de mundo que se representan en una cruz, marcan el orden del mundo, que los aztecas mantenían por medio de las guerras, donde conseguían prisioneros para sacrificarlos al sol y fortalecerlo.
La expansión azteca partía de Tenochtitlán, imaginada como el centro del mundo, un mundo que se simbolizaba en el sol y que requería sacrificios para infundirle fortaleza y energía. A través de un rito sangriento se rememoraba el momento del surgimiento del mundo actual. De esta manera el sacrificio humano azteca aparece como un pretexto para e! dominio, una técnica psicológica de terror frente a los enemigos A su vez, la erradicación de esta práctica también sirvió de excusa para muchos desmanes de los conquistadores europeos.
PRESAGIOS Y PROFECÍAS DE LA DERROTA INDÍGENA
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes. Los testimonios así lo enunciaban:
"De aquí a muy pocos años nuestras ciudades serán destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos..."
Y prevenían al emperador:
"perderéis todas las guerras que comiences y otros hombres con las armas se harán dueños de estas tierras..."
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 se sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México... y no pasó mucho tiempo hasta que los indígenas tomaron conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
En el imperio de los incas la llegada de los españoles también fue precedida por presagios y profecías. Se anunciaban fenómenos naturales: rayos, cometas y cambios en el color del Sol y la Luna. El cronista Garcilaso de la Vega cuenta al respecto:
"Hubo grandes terremotos y temblores de tierra (a poco de arribar los españoles) que, aunque en el Perú son frecuentes, notaron que los temblores eran mayores que los ordinarios, y que caían muchos cerros altos."
Los incas esperaban también el retorno de un dios salvador, Viracocha. Por ello cuando tuvieron noticias de la llegada de Pizarro, muchos creyeron que era la esperada divinidad:
"Quién puede ser sino Viracocha... era de barba negra y otros que lo acompañaban de barbas negras y bermejas".
Pero los españoles pronto disiparon la ilusión de los incas, según lo afirmaba un cronista de origen indígena:
"Pensábamos que era gente grata y enviados de Viracocha, pero paréceme que ha salido al revés, hermanos, que estos que entraron a nuestras tierras no son hijos de dios sino del demonio."
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